domingo, 28 de febrero de 2010

El trasnochado lenguaje jesuítico de la Revolución Cubana


“Esperamos que los adversarios imperiales sepan que nuestra Patria no podrá ser jamás intimidada, doblegada, ni apartada de su heroico y digno camino por las agresiones, la mentira y la infamia”. Es así como termina un artículo de opinión de Enrique Ubieta Gómez en Granma Digital, a la sazón, periódico oficialista de la dictadura comunista de Cuba. Granma defiende así a capa y espada al régimen perpetuo de la Revolución Cubana. Los enemigos no son otros que los estados imperialistas –EEUU a la cabeza- que han protestado por la muerte de Orlando Zapata Tamayo, que se declaró en huelga de hambre hace aproximadamente noventa días. No tengo intención de comentar el historial delictivo de Zapata, y no creo que fuera un preso político, pero su actitud ha sido heroica, ya que por el azar de las circunstancias, ha pretendido cambiar el orden carcelario establecido, y su muerte ha provocado una nueva protesta de la comunidad internacional, por la falta de derechos y libertades en Cuba. El Estado no puede dejar morir a un ciudadano –si es que el Estado considera nacional a su ciudadano-, ya que tiene el derecho y deber de protegerlo, incluso de si mismo. Imaginemos que hubiese pasado en España, si el execrable terrorista Ignacio de Juana Chaos hubiera muerto como consecuencia de su huelga de hambre. La condena internacional no se habría hecho esperar. El Estado debe garantizar la vida y la seguridad de sus ciudadanos.
Volviendo al comienzo de nuestro artículo, vemos como el socialismo de estado firma una nueva alianza con el nacionalismo, y se erige en salvapatrias. Pero no seamos idiotas –en el sentido griego de la palabra-, esta defensa es una cortina de humo. No se puede sostener lo insostenible, y no se puede mantener a perpetuidad la mal llamada Revolución del Pueblo. El lenguaje mesiánico de los Fidel, Raúl, Che Guevara, etc… ha sido nefasto. Su gestión, admirada por gente como Gaspar Llamazares, tiene más puntos oscuros que claros. La gente no se morirá de hambre en Cuba, la cobertura sanitaria será completa –como nos ha mostrado Michael Moore en uno de sus aburridísimos documentales, con la excepción de Bowling for Columbine-, la educación también, pero, ¿y la libertad individual? ¿qué pasa con el libre albedrío de las personas? El Leviatán lo acapara todo, y no deja respirar a sus sostenedores, es decir, el pueblo de Cuba. El mesianismo no es positivo, idiotiza a la gente, y Fidel y sus adláteres lo han conseguido. Leyendo discursos de Fidel Castro, uno se sorprende y maravilla de lo predilecto de éste exalumno de los jesuitas. Su lenguaje está totalmente imbuido por estos soldados de Cristo, es demasiado jesuítico.
Fidel ha conseguido recrear en Cuba lo que los jesuitas trataron de imponer en el Paraguay del siglo XVIII, y que el rey ilustrado Carlos III prohibió, provocando además su expulsión de los territorios de la Corona, un modelo de teocracia espiritual. Al idiotizar al pueblo, los ha sometido, y al someterlos, los ha convertido en sus fieles soldados, los soldados de Fidel.

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