martes, 13 de abril de 2010

El factor religioso en las sociedades laicas-mestizas (II)

¿Una conclusión?
Amin Maalouf, en su ensayo Identidades asesinas ,nos ofrece una posible solución al conflicto Palestina-Israel, en base a valores como la tolerancia. La tolerancia, debería ser parte de nosotros, de nuestra cultura, y por lo tanto entrar, entrar en los sistemas educativos de los distintos Estados. Una interesante aportación en este sentido, es la que hace Isabel Couso, en la Revista de Occidente, en un texto titulado Educar: la responsabilidad de humanizar la vida, que dice: la educación necesita formar parte del pensamiento filosófico; es la comprensión de la realidad humana, y de todas las influencias exteriores que se producen en un determinado momento sobre el hombre, lo que deber ser la base una profunda reflexión para aportar a los jóvenes; ellos, como representantes de la sociedad futura, deben conocer desde un punto de vista filosófico cómo es esta sociedad de la cual son discípulos para poder <> plenamente y no sólo <> en la sociedad futura. Los más jóvenes, deberían ser educados en la tolerancia y el respeto. Benito Juárez, dijo en una ocasión: el respeto al derecho ajeno es la paz. El derecho ajeno lo es todo, empezando por la vida humana, y continuando por la llamada propiedad privada, germen de nuestra civilización occidental.
Ahora bien, la tolerancia, es un propósito que no se debe de imponer a nadie. La tolerancia debe ser inculcada con pedagogía. Para empezar, tenemos como ejemplo la West-East Divan Orchestra , en donde músicos de origen israelí y palestino, tocan música en pos de la concordia y la tolerancia. Este es un pequeño pero valioso ejemplo de lo que se puede hacer. Los grandes actos políticos, ya vendrán después.
Para concluir, diremos que la pregunta planteada: el factor religioso en las sociedades laicas-mestizas, es un problema de hondo calado. El laicismo, según la RAE, es aquella doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa. El laicismo no tiene porque ser sinónimo de tolerancia, como se ha visto en la experiencia totalitaria de la URSS. La simbiosis entre laicismo, tolerancia y democracia, es el futuro. Ante esta situación, es importante partir de presupuestos creíbles y sobretodo realistas. Tzvetan Todorov, en su ensayo La memoria, ¿un remedio contra el ma? , nos dice: la memoria del pasado será estéril si nos servimos de ella para levantar un muro infranqueable entre el mal y nosotros, si nos identificamos únicamente con los héroes irreprochables y las víctimas inocentes, expulsando a los agentes del mal fuera de las fronteras de la humanidad…En la vida cotidiana también olvidamos fácilmente el mal que infligimos, mientras que conservamos muchos tiempo en la memoria el que sufrimos.
Debemos tener memoria de lo ocurrido, y reaccionar ante los acontecimientos que han marcado nuestro presente. Tras la I Guerra Mundial, se formó la Sociedad de Naciones. Tras la II Guerra Mundial, se reformuló la antigua Sociedad de Naciones y se transformó en las Naciones Unidas. En ambos casos, la reacción ante los desastres y el horror de la guerra, fueron determinantes para poner remedio a los males generados. En el caso Israel-Palestina, ¿la solución pasa por la creación de un Estado palestino? Cuatro puntos definen a un Estado: el territorio, la población, el gobierno y la soberanía. En el caso palestino, parece que los tres primeros principios, están definidos; en cambio, el cuarto y último, no.
Como vemos, el factor religioso en el conflicto Israel-Palestina, es irrelevante. Como este caso, hay otros muchos. Pensemos en la vergonzante situación que se ha vivido, y se vive en Irlanda del Norte, en donde existen barrios de protestantes y católicos. La ironía es que ambos son hijos del mismo Dios. Pero la realidad es otra. El nacionalismo irlandés ulsteriano, se ha parapetado en el catolicismo. Los unionistas han hecho lo propio con el protestantismo. La pregunta sería la siguiente: ¿qué lugar juega la religión en los conflictos político-territoriales? ¿es un escudo más para enfrentarse <>? La religión, volviendo al academicismo de la RAE, es: el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto. La religión es por tanto una manifestación cultural, y como tal, manipulable.
En el futuro, todo dependerá del grado de tolerancia con el que comprendamos <>, y éste <>. La democracia, canalizará el respeto que sintamos los unos por los otros, y finalmente el mestizaje, en vez de uniformar mentalidades y culturas, permitirá la supervivencia de estas, precisamente por la retroalimentación de la democracia, la tolerancia y el respeto.

El factor religioso en las sociedades laicas-mestizas (I)

El cine, la política y la psicología
Este escrito no tiene intención alguna de ser un trabajo de tesis, ya que no éste el propósito, y lejos de nosotros esta soberbia pretensión. Estas páginas no son más que un intento de aproximación a uno de los mayores problemas del mundo actual, a través, de tres versiones cinematográficas de la realidad muy distintas entre sí.
Para realizar este trabajo, nos hemos servido de tres películas: las dos primeras incardinadas en el llamado conflicto Israel-Palestina, y la tercera y última, trata sobre la alienación de la persona, cuando esta desarrolla una existencia alejada de sus costumbres.
Una de los films es Paradise Now, del director Jany Abu-Assad, cineasta neerlandés de origen palestino. El segundo film se titula Los Limoneros, de Eran Riklis, y para concluir, hemos escogido Europa Europa, de Agnieska Holland, inspirada en las memoras de Salomón Perel.
Suele decir José María Caparrós Lera, en sus clases de Historia Contemporánea y Cine de esta santa casa, que: el cine es una fuente más de información sobre algo concreto, es decir, una visión más sobre el asunto. Caparrós Lera, es su libro Guía del espectador de cine , nos dice además lo siguiente, sobre la interpretación que podemos hacer sobre lo que nos rodea: en realidad, cuando leemos un libro, contemplamos un cuadro o visionamos una película, lo que hacemos es interpretar y comprender su forma y su sentido. Por tanto, para entender una obra es necesario, o por lo menos muy útil, preguntarse quién la escribió o realizó, qué inspiración o cuál era su voluntad de expresión y qué pretendía al crearla.
Pues bien, nos hemos preguntado quién escribió el guión del conflicto arabe-israelí, quién lo inspiró, cuál era su voluntad de expresión y que se pretendía al crearlo. Resulta pretencioso el tratar de comprender en unos simples folios, un conflicto de semejante envergadura, pero ahí va nuestro intento.
Desde finales del siglo XIX, se estaba gestando en Europa un nuevo rechazo al mundo judaico. En un estado laico como Francia, tenemos un lamentable juicio por antisemitismo, conocido como affair Dreyfus . En la otra punta de Europa, en el Imperio Ruso, vemos como las hordas zaristas -inflamadas con supuestos libros conspiradores, escritos por hebreos en contra de la figura del zar, como es el caso de Los protocolos de los sabios de Sión -, optan por la expulsión de los judíos de ese territorio –el film El violinista en el tejado, es un ejemplo gráfico de ello-.
Tras el final de la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas establecieron un Mandato sobre Palestina, en el desmantelado Imperio Otomano. En el año 1947, la antigua Sociedad de Naciones, refundada en Naciones Unidas, aprobó la partición de Palestina en dos estados –uno judío y otro árabe-. Un año después, Israel proclamaría su independencia. Acto seguido se declaró la primera guerra árabe-israelí. La evolución que ha tomado la historia, es de sobras conocido. Y es en este punto, donde nos encontramos con Paradise Now y Los Limoneros.
En Paradise Now nos encontramos ante el problema del fanatismo. El diccionario de la Real Academia, entiende por fanático aquel que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas. El caso del conflicto Palestina-Israel, resulta del todo curioso, ya que en su origen es solamente político, y con posterioridad deviene religioso.
¿En qué momento el asunto deja de ser político para transformarse en religioso?
El fenómeno religioso de la conversión, es un asunto que debe tratarse con sumo cuidado, ya que es probable que nos dejemos la mitad de la información por el camino. Arthur Koestler , en su autobiografía, hace una aseveración muy interesante al respecto: para el convertido, su conversión es un acto único e indivisible, un renacimiento espiritual donde la emoción y la razón, los perpetuos duelistas, se encuentran por una vez en perfecta armonía. El desarraigo social del pueblo palestino, a raíz de la fundación del Estado de Israel, ha tenido consecuencias nefastas para su población. Pensemos en un caso similar al palestino, ocurrido en Argelia en la segunda mitad del s. XIX. El expansionismo francés, llevó a la conquista de este gigante territorio norteafricano. Uno de los múltiples problemas que surgieron como consecuencia de esta conquista, fue el de que la población autóctona tuvo que lidiar con problema jurídico- hasta la fecha desconocido por ellos-, es decir, el de la propiedad privada. La propiedad privada, semilla del estado burgués en Occidente, fue implantado a la fuerza en un territorio en donde la propiedad privada no tenía sentido, y si el de los bienes mancomunados. Este desarraigo provocó la fuga de miles de aldeanos a las grandes urbes de Argelia, como ahora Argel u Orán. Pero la población argelina de entonces, no se dejó llevar por el fanatismo religioso. La interacción entre la metrópoli y la colonia funcionó, ya que se puso especial interés -desde la metrópoli, claro está-, en agasajar a la clase dirigente argelina, que a la postre sería la llave de acceso para controlar a la población argelina.
Volviendo a nuestro tema, al enfrentamiento Israel-Palestina, visto a través de los ojos del director de Paradise Now, vemos como éste enfatiza en la idea de pobreza. Los dos protagonistas son unos pobres diablos, que a duras penas tienen trabajo y algo que llevarse a la boca. Por otro lado, se muestra también los fuertes lazos familiares que existen entre ellos y sus familias. y para finalizar, vemos como unos aprovechados manipulan la mala fortuna de los más desvalidos y marginales, y les coaccionan para cometer este tipo de actos de terrorismo. Al finalizar la película, es interesante la conversación que mantiene un desamparado Khaled, con su mentor terrorista. Nuestro protagonista, le dice que no hay derecho a explotar el sufrimiento de los más pobres en su propio beneficio. Poco después, vemos a Khaled en un autobús lleno de militares y civiles israelíes. Que hará después, no es difícil de imaginar. Lo que sin duda llama la atención de estas escenas, es que Khaled es plenamente consciente de lo que hace, y de lo que le piden. No está de acuerdo en lo que va a hacer, pero lo hace. ¿Por qué? Sería fácil decir que no tiene nada que le ate a este mundo, pero pensemos en casos recientes de inmolación, como los atentados del 11-S, o aún mas reciente todavía, como el del nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab. Estas personas no tenían problemas económicos, y estaban bien situados socialmente.
¿Qué lleva a una persona a desprenderse con tanta facilidad de su vida y la de los demás? El maestro Michel de Montaigne, dejó escrito en sus ensayos que la vie est ondoyante. Si a esto le unimos la frase lapidaria del Koestler, que apuntábamos anteriormente: para el convertido, su conversión es un acto único e indivisible, un renacimiento espiritual donde la emoción y la razón, los perpetuos duelistas, se encuentran por una vez en perfecta armonía, llegamos a la conclusión de que si nada es estable en la vida, estamos obligados a renacer una y mil veces espiritualmente. Si vemos como todo en lo que creemos a nuestro alrededor, se desvanece, necesitamos energías renovables para aguantar el día a día. Releyendo la palabra fanático en el diccionario de la RAE, leemos su segunda acepción: preocupado o entusiasmado ciegamente por algo.
Podríamos decir que la vida de una persona es un estado de ánimo, -que sube y baja, renaciendo espiritualmente según el momento que vive-, y que las preocupaciones y el entusiasmo juegan un factor determinante a la hora de tomar decisiones.
Por el contrario, Los Limoneros tiene una visión más amplia de la realidad diaria en la Tierra de Canaán. La primera, evidente, el conflicto Israel-Palestina, y la segunda, la lucha entre el Estado y el individuo.
Dejando de lado el problema político, queremos centrarnos en el problema judicial. La lucha de una pobre viuda palestina, en contra de la expropiación de sus limoneros por parte del Estado de Israel. Herbert Spencer en su ensayo Demasiadas Leyes, nos dice: si atribuimos al Estado, en calidad de deber primero, la protección de cada individuo contra los otros, toda otra intervención del Estado no podrá entonces ir encaminada sino a la protección del individuo contra sí mismo, contra su propia estupidez, su pereza, su imprevisión, su temeridad o cualquier otro defecto; contra su impotencia, en fin, para llevar a cabo tal o cual acción necesaria. En este caso, Salma Zidane se enfrenta al Estado de Israel, por culpa de su Ministro de Defensa, que a la sazón es su vecino. Es una lucha desigual, y el Estado favorece claramente los intereses de uno sobre el otro. Esta es una historia, con tintes bíblicos –David contra Goliat-, en la que se limita el derecho de propiedad de un individuo, frente al llamado interés general que se atribuye al Estado.
Los mecanismos para defenderse judicialmente, funcionan en el caso de Salma, pero este es un viaje en solitario. La lucha del individuo contra el Estado, es tan antigua como La Ilíada de Homero. En nuestra concepción moderna y occidental, el individuo ha alcanzado un pacto con el Estado para que este le proteja de sus semejantes –sentándose las bases de la propiedad privada en El Leviatán, de Thomas Hobbes, el Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, de John Locke, y el Contrato Social, de Jean- Jacques Rousseau-, monopolizando la autotutela de los individuos. Ahora bien, el Estado tiene un régimen especial y puede recurrir a la autotutela en cuanto lo estime necesario. Este es el supuesto de nuestra protagonista, que ve como por la seguridad de su vecino, ella tiene que renunciar obligatoriamente a sus limoneros, y además renunciar a la indemnización que le ofrece el Estado, ya que los palestinos no aceptan el dinero de Israel, como muy bien le recuerdan en el bar, al que ha acudido para que le traduzcan el papel enviado por la Prefectura de Israel en Cisjordania.
Para concluir este pequeño trabajo, hemos escogido la película Europa Europa, de Agnieska Holland, inspiradas en las memorias de Salomón Perel. La duda sobre la experiencia vital de Perel, es inevitable. Por desgracia, los farsantes están en todas partes, como es el caso de Lorena Candelario, falsa víctima del 11-M, o Alicia Esteve, falsa víctima del 11-S, o peor aún, el caso del expresidente de la asociación Amical Mathausen, Enric Marco. Ahora bien, su historia, nos sirve para adentrarnos en las necesidades psicológicas de las personas, cuando estas están en situaciones límites de estrés. Esta película, nos sirve para enlazar con Paradise Now, en el aspecto más psicológico que representa el ser humano, es decir, el de las conversiones. La conversión es convertirse, y según la RAE, su significado es: hacer que alguien o algo se transforme en algo distinto de lo que era.
Dejar de ser algo, para convertirse en algo totalmente distinto. Volviendo a la autobiografía de Arthur Koestler, que nos servirá de nuevo, para tratar de comprender éste extraño fenómeno de la psicología humana. El texto escogido, dice lo siguiente: al hacer del hebreo su idioma oficial, la pequeña comunidad judía de Palestina no sólo se apartó de la civilización occidental, sino también de su pasado cultural. Comprendí que el hecho de someterme al mismo proceso habría sido para mí un suicidio espiritual. Por lealtad hacia el sionismo, yo había adoptado la nacionalidad palestinense y un pasaporte palestinense, paso que muy pocos sionistas se animaban a dar; hasta el doctor Weizmann sólo renunció a su pasaporte inglés cuando lo eligieron presidente de Israel. Yo podía renunciar a mi condición de ciudadano de Europa, pero no a la cultura europea. Era un necio romántico, enamorado de la insensatez; pero en este sentido mi instinto no me permitió ninguna concesión. Sabía que mientras permaneciera en un ambiente donde se hablara hebreo siempre seguiría siendo un extranjero; al mismo tiempo, perdería paulatinamente contacto con la cultura europea. Me había ido de Europa a los veinte años. Ahora tenía veintitrés y estaba harto de Oriente; tanto del romanticismo árabe como de la mística judía. Mi mente y mi espíritu sentían nostalgia de Europa, tenían sed de Europa, soñaban con Europa. Las dos palabras clave para entender este párrafo, a nuestro entender, son las de suicidio espiritual. La cuarta acepción de la palabra espíritu, recogida en el Diccionario de la Real Academia, dice: principio generador, carácter íntimo, esencia o sustancia de algo. La historia de Salomón Perel es la de la renuncia a su esencia o sustancia, en pos de un objetivo loable, su supervivencia. En una de las primeras escenas, vemos a nuestro protagonista en una bañera, cavilando acerca de su realización o no de su bar mitzva –parece que se ha asimilado en el ambiente goyim alemán-, poco después, le vemos huyendo con su familia de Alemania a Polonia, por la llegada al poder de Hitler. Tras la invasión de Polonia, le vemos huir a Grodno, la actual Hrodna (Bielorrusia), en donde es recogido por el ejército soviético, y conducido a un orfanato. Allí se convertirá en un fiel y convencido comunista. Poco después, se verá en un dificilísima encrucijada, ya que Grodno caerá en manos alemanas, y se verá finalmente cara a cara con el ogro alemán. Tras ver la suerte que corrían los demás judíos, se identifica frente a los soldados alemanes como ciudadano alemán y ario. Es aquí cuando nuestro héroe, saca a flote su espíritu de supervivencia. Ahora bien, los desordenes psicológicos hacen mella en el. Si bien nunca estuvo de acuerdo con los principios del Tercer Reich, sí que lo estuvo con los del Komsomol –las juventudes del Partido Comunista-, pero a medida que avanza la película, se despierta en él su espíritu judaico, rechazando cualquier otro principio. Como bien dice Amin Maalouf en su libro Identidades asesinas: el siglo XX nos habrá enseñado que ninguna doctrina es por sí misma necesariamente liberadora: todas pueden caer en desviaciones, todas pueden pervertirse, todas tienen las manos manchadas de sangre: el comunismo, el liberalismo, el nacionalismo, todas las religiones, y hasta el laicismo. Nadie tiene el monopolio del fanatismo, y, a la inversa, nadie tiene tampoco el monopolio de lo humano.