sábado, 28 de abril de 2012

Cine iraní: La Pizarra



Hace una década aproximadamente, fui con mi hermana a los cines Renoir Princesa, de la calle Princesa de Madrid, a ver una película iraní titulada: La Pizarra. La cineasta era hasta la fecha desconocida para nosotros: Samira Makhmalbaf. La primera impresión que nos transmitió a ambos fue que era una película extremadamente lenta. La cosa quedó ahí y no volvimos a hablar de la misma hasta hace pocas semanas. ¿Cómo se llamaba aquella película iraní tan lenta que vimos en Madrid?, me preguntó el otro día mi hermana. Gracias a YouTube he podido visionar de nuevo el film, y las sensaciones son un poco las mismas, pero valorando por encima de todo que está rodada por una mujer en la siempre machista sociedad iraní. Hacer cine en Irán es complicado para hombres y mujeres, si no pensemos en el gran cineasta Jafar Panahi, que ha sufrido la censura y cárcel del régimen, y nos has brindado películas-denuncia como Offside. –que se puede ver también en farsi sin subtítulos en YouTube-.
Hablar sobre Samira Makhmalbaf, me permite traer a colación lo difícil que es ser mujer en un mundo dominado por hombres, ya no solo en estados como el propio Irán, sino también en otros muchos, léase: Sri Lanka, Egipto, México, España, etc., etc.
Durante mis estudios de Historia en la Universidad de Barcelona, fui alumno de la catedrática de Historia Contemporánea Mary Nash. Una de las lecturas del curso era su libro: Mujeres en el mundo (Ed. Alianza). Su lectura resulta edificadora, y querría resaltar un párrafo del mismo: los logros son muchos y las mujeres han aprendido a superar el victimismo histórico y reconocer los avances producidos. A través de acciones colectivas de confrontación, negociación o renegociación de las relaciones de poder masculino, el complejo movimiento de mujeres de los siglos XIX y XX ha puesto de manifiesto cómo, desde diversas coordenadas incluso discrepantes entre sí, los colectivos de mujeres han cuestionado las restricciones de género de su sociedad y han abierto nuevos cauces en sus ámbitos culturales, sociales, laborales, religiosos y políticos. Aunque no siempre discutieron el predominio masculino del mundo de la política, disputaron las normas culturales de género que restringían sus actividades y forjaron nuevos espacios de actividad femenina en el dominio público, incluso a veces desde la innovación de un feminismo maternal o familiar.
La frase: forjaron nuevos espacios de actividad femenina, le viene como anillo al dedo a Samira Mahkmalbaf. Su modesta contribución al mundo del celuloide, es incomparable con su enorme contribución al feminismo iraní, y por ende mundial. El cine, como manifestación cultural es un perfecto escaparate para transmitir este mensaje, que a fin de cuentas lo único que proclama es la igualdad de género.

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