sábado, 29 de enero de 2011

Un poema anónimo

Ayer encontré por la calle un papel tirado en el suelo, cerca de Plaza Artós, que llamó mi atención. Estaba doblado, y mi primer y único impulso fue el de recogerlo y abrirlo. Contenía un pseudo-poema religioso, que a continuación transcribo:

Nosotros, los hombres, estamos (…) en verdad
Para lo que es grande, para el infinito.
Los hombres tenemos (…) al riesgo que
supone perder aquello que más queremos,
tenemos miedo de (…) nuestro amor
por Dios, pero hemos de llegar hasta él para
poder dejar de sentir este miedo tan
profundo, que en parte, lo tenemos hacia lo
desconocido, hacia un Dios que no conocemos.
El corazón que teme romperse nunca aprenderá
a latir
hemos de ser lo que Dios nos pide que seamos,
sin ataduras a nada ni a nadie. Dios es
nuestro padre i no podemos renegar de Él.

La verdad, la cuestión espiritual no me interesa mucho. Ahora bien, me ha gustado leer: el corazón que teme romperse nunca aprenderá a latir. ¡Caramba con la persona que ha escrito esto! ¿Será hombre o mujer? ¿adolescente, joven, adulto/a o anciano/a? ¡No tengo ni idea! Creo que jamás llegaré a saberlo, salvo que vaya a un grafólogo, pagando unos buenos euros, y pueda averiguar si es hombre o mujer, edad, etc., eso sí, jamás sabré su nombre. Quizá esas casualidades de la vida lleven al autor de este poema hasta mi blog, posibilidad que me parece remota, que no imposible y lo reclame.

No hay comentarios:

Publicar un comentario