viernes, 29 de octubre de 2010

Fiona


Tú no eres consciente, pero ya llevas más de un año entre nosotros. Llegaste a casa moribunda, famélica y hambrienta… ¡pesabas quince quilos! Pero todo eso ya pasó, ahora eres la reina del barrio, feliz, frondosa, y para nuestra desgracia, sigues siendo una eterna muerta de hambre. Pero a pesar de todos los pesares, estamos muy contentos contigo. Nos hemos convertido en tus esclavos, siempre estamos pendientes de ti.
Fiona, eres pedorra y roncadora, eructas y haces muecas por doquier. Dormir cerca tuyo, es como hacerlo cerca de un taladro que suena dentro de ti durante horas, ¡ni cerrando las puertas uno se escapa de tus ronquidos!
Has conseguido impregnar el pisito con tu fragancia perruna. Ahora vivimos congelados por la necesidad de tener ventilada la casa, las veinticuatro horas del día.
Pero no nos quejamos por tu presencia, ya que llenas un espacio que hasta la fecha no conocíamos ninguno: ¡el rincón debajo de la ventana del salón!, y todavía uno más importante, el de nuestros corazones.

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