viernes, 2 de marzo de 2012

Préstamos lingüísticos

Desde siempre he sentido curiosidad por el intercambio lingüístico, y prueba de ello es mi perplejidad por las palabras tiza y gis. La primera ha sido hasta la fecha asociada en España como instrumento que sirve para escribir en los encerados o tradicionales pizarras escolares. La segunda, en idénticas circunstancias en México. Pero vayamos al Diccionario de la Real Academia a buscar el sentido etimológico de tiza. La palabra tiene tres acepciones, siendo la primera la más representativa: arcilla terrosa blanca que se usa para escribir en los encerados y, pulverizada, para limpiar metales. Ahora bien, vemos que la palabra es… ¡de origen nahua!, es decir, americana. Por el contrario, si acudimos a buscar el significado de gis, esta nos remite a la palabra de origen francés clarión, que quiere decir: pasta hecha de yeso mate y greda, que se usa como lápiz para dibujar en los lienzos imprimados lo que se ha de pintar, y para escribir en los encerados de las aulas. Ahora bien, si nos quedamos a secas con gis, encontramos que esta palabra procede del latín gypsum, que quiere decir yeso.
Ahora vayamos al Diccionario del español de México (DEM) del Colegio de México a buscar un significado para ambas palabras. Empezaremos con gis. Este vocablo no parece tener origen etimológico, pero si tiene dos acepciones, de las cuales me serviré de la primera que aparece: pasta sólida hecha de yeso, generalmente de forma cilíndrica y alargada, que sirve para escribir en un pizarrón, para marcar telas, etcétera. La palabra tiza no existe en éste diccionario tan marcadamente nacionalista e identitario mexicano que le debemos a Luís Fernando Lara Ramos.
El idioma es un universo fascinante, y los prestamos lingüísticos están a la orden del día… pese a los puristas.

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