miércoles, 18 de mayo de 2011

Una mujer es una mujer, aunque le pese a Ernesto Ekaizer

Esta mañana he visto perplejo por televisión a Ernesto Ekaizer decir que la mujer agredida por el actual presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), es decir, Dominique Strauss-Kahn, está traumatizada por la agresión sexual sufrida –algo lógico-, ¡por el hecho de ser musulmana!, ya que su concepción religiosa de la vida es ligeramente distinta a la de una mujer, pongamos cristiana u occidental.
¡Qué poca decencia tiene este señor! Una mujer es una mujer, aquí en España, en los EEUU, Afganistán, Japón o Australia. La concepción patriarcal de la sociedad humana, es evidente en todos los rincones de este bonito planeta conocido como Tierra. Nacer con el género equivocado, ha supuesto para muchas mujeres renunciar involuntariamente a muchas oportunidades que la vida ofrece, y que sus compañeros varones si han podido disfrutar por el simple hecho de serlo.
No pienso entrar en absurdos debates sobre religión, porque en muchos aspectos me queda grande este asunto. Las religiones han tratado de dar una respuesta lógica a las necesidades de los Hombres en el mundo. Han supuesto algo coherente que ha servido para hacer más llevadero nuestro quehacer diario. Las tres principales religiones (judaísmo, cristianismo e islam) fueron reveladas a hombres, y contadas por hombres. Las mujeres jugaron un papel secundario o menor, aunque se las ha dignificado por momentos.
Una violación es una violación, no importa la concepción del mundo que uno tenga. No hay consentimiento durante este terrible acto sexual no voluntario, no hay reciprocidad alguna. La religión juega un papel secundario en todo esto. Corresponde a la Justicia y al Derecho dignificar al Hombre, desde una perspectiva laica, frente a Instituciones y poderosos en general, y frente a cualquier abuso en particular que puediera realizar cualquiera de nosotros, ya que no todos compartimos las mismas creencias religiosas, y algunos no tenemos creencia alguna, y si la tenemos, es con matices.
Se equivoca el señor Ekaizer, ¡está muy confundido! Una mujer es una mujer, sea esta musulmana, cristiana o judía.

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