lunes, 20 de mayo de 2013

Pío Baroja y Michele Angiolillo

Después se habló de la muerte del presidente y de la ejecución próxima del anarquista su matador. Todo el mundo abominaba de éste, considerándolo como una fiera rabiosa a quien había que exterminar y someter al tormento.
Jaime lo defendió con entusiasmo; para él era un romántico, un idealista, y pasaría a la historia en calidad de héroe.
Nadie le tomó en serio.
Pío Baroja, autor irrepetible de las letras españolas, dejó escrito esto sobre Michele Angiolillo en su novela: Las noches del Buen Retiro (Tusquest Editores, Barcelona, 2006).  
La historia no ha conservado la memoria de Angiolillo, es más, se la ha tragado como a todos nos pasará algún día con nuestro recuerdo como personas que una vez pasamos por el mundo. El romántico e idealista Baroja, haciendo acopio de energía literaria, aprovechó esta novela concluida en Itzea (Guipúzcoa), en octubre del año 1933, para recordar la figura –imagino que ya olvidada treinta y seis años después de su ejecución (recordemos que Angiolillo murió en agosto de 1897)- del ilustre asesino de Cánovas del Castillo; del que, sirviéndose de su alter ego en la novela, Jaime Thierry, hacer decir sobre el mismo: como político le parecía perjudicial y como literato e historiador muy malo y de última fila.

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